En adelante no esperaré más la suerte; yo mismo seré la
suerte.
En adelante, no lloriquearé más, no tendré más necesidad
de nada.
Estoy harto de las dolencias que huelen á cuartos cerra-
dos, de bibliotecas y de críticas fastidiosas;
Alegre y fuerte recorro la vía pública.
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¿Por qué estos ímpetus? ¿Por qué estos pensamientos en
las tinieblas?
¿Por qué existen hombres y mujeres hechos de tal suerte
que cuando se hallan á mi lado el sol dilata mi sangre?
¿Por qué cuando me abandonan, mis llamas de alegría de-
clinan blandas y chatas?
¿Por qué hay árboles debajo de los cuales nunca me paseo
sin que amplios y melodiosos pensamientos desciendan so-
bre mi?
(Estoy por creer que quedan suspendidos de esos árboles
invierno y verano, y dejan caer siempre sus frutos cuando yo
paso.)
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